Llegas sin avisar,
como nube traicionera,
el trago más amargo
o un súbito despertar.
Noche de claudicar,
de pensar que nada tiene sentido,
que la oscuridad es eterna
y que solo queda morir o esperar.
Las heridas se quieren agrandar,
la nostalgia llama a la puerta,
la vida pesa, sobran las palabras
y las lágrimas deciden brotar.
El alma más viva puedes agotar,
entonces la fe naufraga,
la tristeza lo cubre todo
y los latidos se quieren apagar.
Solo nos queda confiar,
firmes en el Dios de la vida,
porque nunca nos abandonas
y lejos de Ti es imposible continuar.



