Baja a mi noche

Baja ahora a mi noche con la piedad del beso

con que posa en la hoja la gota de rocío

y límpiame el espejo con que copio este mundo

de tristeza de niños sin niñez

y ancianos sin arropo.

 

Cántame tu nana, Señor, que tengo miedo

a las sombras que tejen los dueños del dinero

y a la frialdad de campos que engendran

rascacielos con índices Nikeis e Ibex trentaicinco,

cuando las flores huyen y los pájaros mueren

sin ramas protectoras.

 

Desándame el camino, que, perdidos sin norte,

escarbamos asfaltos en busca de esperanza.

Vuelve a casa, mi amigo, enciende…

 

 

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