Entre el Calvario y los Olivos, Jerusalén.
entre la pena y la gloria, la Eucaristía.
Pasión y resurrección, vida que nace de la muerte;
Y siempre Jesús en el centro.
Presencia que abre el entendimiento a los discípulos,
voz de ángeles,
voz de Dios que nos hace mirar
hacia arriba, cuando con los ojos bajos le creemos muerto,
hacia adentro, cuando con el alma elevada hacia el Cielo
le empezamos a sentir vivo.
Espera que hace arder el corazón ante un sepulcro vacío
y una sala llena;
luz que pone en marcha
sin dejar de sentir que la herida es necesaria
y se convierte en llama.
Éste es nuestro Dios hecho hombre,
el que eleva su cuerpo y abre sus brazos que acogen
tanto en la cruz como resucitado.
Dani Cuesta sj