Alfarero del hombre

Alfarero del hombre, mano trabajadora

que, de los hondos limos iniciales,

convocas a los pájaros a la primera aurora,

al pasto, los primeros animales.

De mañana te busco, hecho de luz concreta,

de espacio puro y tierra amanecida.

De mañana te encuentro, 

Vigor, Origen, Meta

de los sonoros ríos de la vida.

El árbol toma cuerpo, y el agua melodía,

tus manos son recientes en la rosa;

se espesa la abundancia 

del mundo a mediodía,

y estás de corazón en cada cosa.

No hay brisa, si no alientas,

monte, si nos estás dentro,

ni soledad en que no te hagas fuerte.

Todo es presencia y gracia.

Vivir es ese encuentro:

Tú, por la luz; el hombre, por la muerte.

¡Que se acabe el pecado! 

¡Mira que es desdecirte

dejar tanta hermosura en tanta guerra!

Que el hombre no te obligue, 

Señor, a arrepentirte

de haberle dado un día las llaves de la tierra

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