Creados de la nada, por amor,
en el silencioso transcurrir del tiempo,
en las fértiles profundidades de la tierra
y en el cálido vientre de una madre.
Criados del todo, para el amor,
de las entrañas de un Dios que es bondad,
misericordia infinita y fidelidad
escandalosamente incondicional para:
Alabar con un corazón pobre,
que reconoce que nada le pertenece,
puesto que todo es don y gracia de Dios,
por eso exclama: ¡alabado seas mí Señor!
Hacer reverencia con un corazón casto,
que se asombra, contempla, admira,
respeta y cuida la belleza de todo,
sin maltratar, sin devorar y sin poseer.
Servir con un corazón obediente,
que escucha desde abajo y desde dentro,
los latidos del Corazón de Jesús,
que le invitan a en todo amar y servir.
Y mediante eso salvarse, plenificarse;
comprender que sólo el amor da valor a todas las cosas,
en el Criador a todas las cosas amando
y a todas en Él conforme a su voluntad.



