Valió la pena la espera

Vino Dios y comprometió nuestra existencia, se vistió de paja y barro, se acunó entre dos esteras.
Vino Dios y asombró a los corazones y corrieron presurosos a adorarle los pastores.
Vino Dios y enamoró a su sierva madre, y dejó que entre sus brazos se escondieran sus rumores.
Vino Dios, desde tan lejos vino, que pide reposar la paz después del largo camino.
Pobre, frágil, niño, hombre, Dios errante en tierra extraña.
Así vino y viene susurrando nuestro nombre. 

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.