Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo que no fuera a haber tormentas. El evangelio es rico en términos que describen tensiones, contradicciones, encrucijadas, búsquedas que no siempre tienen una respuesta inmediata. Jesús nos seduce, y nos provoca, nos instala y nos desinstala, nos llena de calma y nos mete de lleno en la tormenta. También el resucitado aparece de modo enigmático. No se le reconoce, y cuando se le reconoce, se vuelve a ir. Te enciende por dentro, y luego no aparece, se le adivina en algunos momentos y se le añora en otros. Y quizás esa tensión es lo más necesario para mantenernos vivos tras sus huellas….