Eso es, en el fondo, orar. Aprender a ver a Dios en torno. Descubrirle en los rincones de nuestra vida (y a veces también en el centro).
Buscarle es saber que muchas veces pasa por nuestro lado sin que le notemos.
Buscar a Dios es hacernos conscientes de que hay una sed interior que nadie puede apagar en nosotros, porque es tan propio de nosotros como comer, reir o amar. Por todo eso buscamos a Dios….