Agosto, el mes de vacaciones por excelencia para los españoles asoma la cabeza, así que muchos hacemos las maletas y abandonamos las grandes ciudades para irnos junto al mar, la montaña, al pueblo o donde quiera que los vuelos baratos nos lleven. Nos vamos, pero no todos para volver. Mientras unos nos vamos de veraneo, bendita palabra, otros se van por mucho tiempo. En estas semanas el Instituto Nacional de Estadística de España (INE) anunciaba que desde enero han salido de España casi 270.000 personas, de las cuales 40.625 eran españoles. Es la primera vez en años que sale más gente de la que entra.
Muchos después de saltar una generación vuelven a Alemania, otros a Inglaterra, Estados Unidos y no pocos a una Suramérica en crecimiento. Nos vamos para mejorar, para no endeudarnos más, buscando una oportunidad o simplemente para soñar. ¿Les suena? También hay otros que se van, pero estos a los márgenes de nuestras ciudades: bancos, aceras, comedores, albergues, chabolas, etc. Lugares donde el tiempo corre en contra y de difícil retorno sin ayuda social. Cada vez son más. ¿Cuántos más?
Desde aquí un aviso a navegantes. Por favor, busquen, sientan, escuchen, lean, contemplen los signos de esperanza, brotes verdes más allá de lo económico que crecen dentro y fuera, puede que en lugares insospechados, pero sí que están, los necesitamos. Buen verano.