La relación con Dios no se restringe a la experiencia del perdón. Aunque sea fundamental. Del mismo modo que en las amistades hay más capítulos además de las reconciliaciones.
Quizás tengas la impresión de que la vida con Dios es un continuo viaje de ida y vuelta, de huida y reencuentro al estilo del hijo pródigo, en una espiral inacabable. Y en parte es cierto. Siempre estamos volviendo un poco más hacia Él. Pero tampoco es lo único.
La vida espiritual nos llama a dar el salto a otros momentos, otras etapas. El momento de disfrutar del amor y la amistad. De estar a gusto, simplemente, contemplándole y mirándole. Sin pedir nada. Sin esperar nada. Solo estar con Él. Como disfrutamos de un buen café poniéndonos al día, o de quedarnos embobados mirando a quien queremos.
Esta canción me ha recordado esa llamada que, en definitiva, se trata de dejar de darle tanta importancia a mis tropiezos y empezar disfrutar más de estar con Él, sencillo y tranquilo.