La mítica canción de cabecera de la película que narra el desamor desde que se fragua de la manera más absurda, humana y fantástica (500 días juntos), explica cómo a veces las historias dejan de serlo para convertirse en recuerdos. En imágenes fugaces que de vez en cuando se manifiestan y destruyen lo que construimos después del desastre de la separación. Y como es complicado eso de discernir entre la realidad pasada y la idealización, recomiendo que, aunque sea, se baile la canción. Da igual cómo. Porque, al final, bailar alivia un poco los corazones rotos.
The Temper Trap