Por más que no lo creamos, es imposible vivir solo. Y es ahí, en lo profundo donde nace el deseo y la necesidad de Dios. Porque Jesús sale a nuestro encuentro cuando parece que nada tiene sentido, cuando todo suena a vacío, cuando la existencia pesa demasiado. Es ahí, en esos atolladeros, cuando Dios se hace grande y nos devuelve a la verdadera vida.

Vives en cajas de metal
Miras con los ojos del que no ha aprendido a odiar
Y en tu cicatriz un incondicional
Entro en tu palacio de cristal
Noto en mis entrañas tu presencia colosal
Quiero darte todo, pero siempre un poco más
Aunque te conformes con mi debilidad
Y siento que me puedo ahogar, si no me lanzas la cuerda auxiliar
Y dime si seré capaz de cruzar el mar que nos separa sin naufragar
Nunca he visto nada similar
Curas con tu sangre mi vacío existencial
Vienes a sacarme del ojo del huracán
Aunque yo te acuse de ser la tempestad
Y siento que me puedo ahogar, si no me lanzas la cuerda auxiliar
Y dime si seré capaz de cruzar el mar que nos separa sin naufragar
Y he encontrado morada en tus palabras y un hogar
Solo arrodillado frente un trozo de pan
Vengo a que me expliques la parábola en la cual
Me olvido de todo y me atrevo con tu plan
Y siento que me puedo ahogar, si no me lanzas la cuerda auxiliar
Y dime si seré capaz de cruzar el mar que nos separa sin naufragar.

Besmaya

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