En esta foto que hemos podido ver estos días en la prensa, el Papa Francisco aparece junto al gran imán de Yakarta, en un gesto que trasciende lo meramente simbólico. Son dos líderes de religiones distintas, unidos en un mensaje de paz y colaboración. Esta imagen, cargada de significado, nos invita a reflexionar sobre la importancia de estos encuentros y gestos, que aunque a primera vista puedan parecer pequeños, están llamados a producir un cambio más profundo. A menudo, nos preguntamos sobre la utilidad real de estas acciones, y es tentador medirlas bajo criterios de eficacia inmediata o rédito político. Sin embargo, tal vez el valor de estos gestos resida en algo más, algo que va más allá de lo tangible.
Si el Papa se hubiera quedado en el terreno de lo común, en hacer los viajes tradicionales, las visitas tradicionales… habríamos perdido mucho en estos años. Podemos seguir preguntándonos, por supuesto, para qué sirven estos gestos, qué eficacia tienen, qué rédito podemos sacar… pero no sé si esas son preguntas que nos conducen a algo más que a construir desde el utilitarismo.
No, quizás el nuevo documento firmado en Yakarta no sea el definitivo para la paz mundial, para frenar el desastre climático. Es cierto. Pero no es inútil, sigue poniéndonos en la senda de aprender nuevos modos de hablar, de estructurar nuestro pensamiento. Quizás así, solo quizás, consigamos comprender, conocer, asentar, nuevos modos de hacer y estar. Aunque no sean tan eficaces y nos cuesten un esfuerzo extra.
Esos gestos, esas palabras, no buscan una solución mágica ni inmediata, sino que abren caminos. Caminos que nos invitan a explorar nuevas formas de entendernos y de convivir en este mundo que compartimos. Aunque a veces parezca que el impacto es pequeño, el cambio profundo nace de estos primeros pasos.
Foto: © Tiziana Fabi / Pool/AFP