El subtítulo de este libro, “las mejores prácticas de una compañía de 450 años que cambió el mundo”, es una declaración de intenciones. El autor rastrea, sobre todo en los primeros dos siglos de la Compañía, desde San Ignacio hasta la supresión, cuáles son las cualidades de los jesuitas que les pusieron en muchas vanguardias. Y encuentra –y desarrolla como hilo conductor del libro- cuatro cualidades que cree que están en la raíz del dinamismo jesuítico: el conocimiento de uno mismo, el ingenio para afrontar situaciones nuevas con propuestas creativas, el amor como impulso y un heroísmo capaz de afrontar grandes dificultades.
Desde San Ignacio y los primeros compañeros, hasta Johann Adam Schall, primer mandarín europeo en China; desde los orígenes en la Roma renacentista hasta la historia fascinante de las reducciones guaraníes en el Paraguay, o el surgimiento imprevisto de la mayor red educativa de la Europa de su tiempo… Es un libro de lectura amena, (no sólo para ejecutivos norteamericanos ávidos de formación). Es original, y para quien no conozca a los jesuitas, ofrece un primer acercamiento. Para quien los conozca, ofrece una perspectiva sui generis, que es, al menos, provocativa. Tiene, eso sí, un punto débil como es que en su interpretación difumina mucho los acentos más explícitamente religiosos (por lo que su descripción de la mística ignaciana resulta incompleta). Con todo, un libro, cuanto menos, sugerente.