“Católico converso” y “ex alcohólico” han dicho de Jon Fosse (Premio Nobel de Literatura 2023). Con ello, para comenzar a leerlo y conocerlo trascendiendo estas etiquetas, de entre todas sus obras publicadas en español quizá sea ésta la mejor: en su extensión (un librito corto) condensa su peculiarísimo estilo literario y los temas que justifican sus esfuerzos artísticos sin la amenaza de la fatiga.
Asimismo, es muy difícil decir de un autor que para leer a alguien que escriba como él sólo se puede leer a tal autor. Pero de Fosse se puede decir. Una razón para afirmarlo la descubrimos en la inocencia de la narración, depurada de todo juicio. Ésta se levanta con repeticiones y un léxico simple, aliviados de signos de puntuación. La usa como autopista a los pensamientos, sensaciones, obsesiones y emociones de los personajes. Es en ello que podemos descubrir a un escritor católico; no por piadoso, sino por enjugarnos los ojos y ofrecernos una visión compasiva de la realidad.
En definitiva, se debe leer porque es una obra lograda en su propósito: sin ligereza pero con sencillez nos acompaña a reflexionar sobre la degradación a la que conducen la desesperación y el rechazo, así como la culpa, el castigo y la posibilidad (y el deseo) de redención siempre latente en el ser humano.
«El pequeño Sigvald ha venido al mundo, dice Asle
y ve al pequeño Sigvald entreabrir los ojos y un centelleo negro y relumbrante va a su encuentro
El pequeño Sigvald, sí, dice Alida
y Asle se queda parado y el tiempo pasa y no pasa nada […] y Asle sigue parado mirando a Alida y ella no aparte la vista del pequeño Sigvald y entonces Asle se acerca, coge al pequeño Sigvald y lo levanta en el aire
Hay que ver, dice Asle
Ya solo quedamos nosotros, dice Alida
Tú y yo, dice Asle
Y el pequeño Sigvald, dice Alida.» (pág. 61)