No se trata de una biografía al uso del san Francisco, ni probablemente el objetivo de su autor fuese una narración completamente fiel a los hechos. Más bien, este libro es una contemplación de uno de los momentos más dramáticos de la vida de este santo. Nos sumerge en el fondo del alma de un hombre, alguien que ha hecho tan suya la pobreza que sólo recuperará la alegría cuando alcance una única verdad, una piedra sobre la que sostener su vida. Esa sabiduría es lo único que Francisco necesita.
Se trata de un libro aparentemente sencillo, ameno de leer, muy breve y, por eso, quizá sorprende tanto la hondura que transmite, como si se tratase de una oración. Con un estilo poético, Éloi Leclerc nos invita a descubrir la sabiduría que esconden aquellos que –como el santo de Asís– nada tienen, pero encuentran todo en Dios.
«—Pobre madre —dijo después de unos momentos de silencio—; es preciso, sobre todo, no perder la confianza. Se puede perder todo, menos la confianza.
No decía eso sólo con los labios, sin creer en ello demasiado, sólo porque hiciera falta decir algo. Acababa de expresar en ello lo más profundo de su ser. Y la mujer lo sintió del todo. Se le habían dicho ya, sin duda, palabras semejantes, pero no de esta manera. Nunca le habían impresionado como esta vez. Ahora las palabras brotaban de una profundidad distinta. Era preciso haber sufrido mucho uno mismo, y quizá haberlo perdido todo, para hablar con ese acento de sinceridad y también con esta seriedad. Era preciso haber ido más allá de la desesperación y haber encontrado la tierra firme, la realidad profunda que no engaña». (p. 76)