remando.jpg

 Hay historias que merecen ser contadas. Esta es una de ellas. La historia de una victoria gestada a lo largo de los años. De la superación de las adversidades. De un equipo de hombres sencillos, unidos por una pasión. Un relato que nos lleva de la Norteamérica de la Gran Depresión a la Alemania de Hitler, en unas Olimpiadas pensadas como un gran escaparate para engañar al mundo. Un relato épico, y real, porque es la vida misma.

El itinerario de Joe Rantz es el hilo conductor de esta historia. Un muchacho que sufre las privaciones económicas y afectivas de un contexto duro. Un luchador, como otros muchos, que encontrará en el remo una pasión. Un hombre inseguro, que alcanza la seguridad poco a poco, gracias a la confianza compartida con otros chicos que, como él, han de sobreponerse a dificultades, pobreza y precariedad. En el elitista mundo del remo de las universidades americanas, donde hasta ese momento solo los jóvenes provenientes de las familias más acomodadas habían conseguido sobresalir, un equipo de Seattle consigue lo impensable. Ocho chavales que se comprenden y confían unos en otros. Ocho atletas que consiguen abandonar los egos individuales y convertirse en un equipo. A través de estas páginas conocemos a personajes fascinantes. No solo los remeros, sino también su entrenador, Al Ulbrickson, y sobre todo George Pocock, el fabricante de botes que aporta la sabiduría más profunda y la humanidad más delicada en sus intervenciones en esta historia. 

 Lo ocurrido es real. Sucedió no hace tanto. La maestría de Daniel James Brown es conseguir contarlo, ayudándonos a entender a los personajes, imaginar sus sentimientos, comprender sus dramas. El resultado es fruto de una meticulosa investigación, con entrevistas a los protagonistas y a quienes les conocieron. La escritura es magistral, la reconstrucción de la época, tanto la Norteamérica de la Gran Depresión, como la Alemania Nazi, sugerente. La recreación de las regatas, consigue que el lector esté en vilo, con el estómago encogido, sintiendo el esfuerzo de cada palada. En definitiva, una delicia. 

 «Había una razón muy sencilla para explicar lo que pasaba. A los chicos del Clipper se les había seleccionado con una competencia muy dura, y de la selección había surgido una especie de personalidad común: todos eran hábiles, todos eran duros y todos eran muy decididos, pero todos eran también buenas personas. Todos tenían orígenes humildes o habían sufrido una cura de humildad debido a los estragos de la época. Cada uno a su manera, habían aprendido que en la vida no se podía dar nada por supuesto, que, a pesar de su fuerza, belleza y juventud, en el mundo había fuerzas que los superaban. Los retos a los que se habían enfrentado juntos les habían enseñado la humildad -la necesidad de integrar sus egos individuales en el bote conuunto- y la humildad era la puerta de entrada común a través de la cual ahora podían juntarse y empezar a hacer lo que no habían podido hacer antes». (p.282)

remando.jpg

Editorial

Kadmos

Año de publicación

2015

Páginas

459

Te puede interesar