¿Te gusto la película El señor Ibrahim y las flores del Corán? ¿Sabes que está basada en el librito de un dramaturgo francés representadísimo en Francia? ¿Y que forma parte de una trilogía (la Trilogía de lo Invisible) una de cuyas partes te presentamos ahora? Lo que vas a encontrar son las deliciosas cartas que escribe a Dios un niño de diez años enfermo terminal de leucemia. Sus páginas describen los doce últimos y originalísimos días de la vida de Oscar, y han llegado hasta nosotros gracias a Mamie Rose, la «dama rosa» mitad hada, mitad luchadora de catch, que va a visitarlo al hospital y que se convierte en compañera fiel y maestra experta en esto del difícil arte de despedirse de la vida. Están llenos de la inocencia, el humor tierno y la candidez de los niños, pero se convierten en toda una parábola de lo que es la vida. No elegimos la muerte, eso es verdad, pero sí podemos elegir cómo vivir mientras nos estamos muriendo. Por eso las cartas de Oscar nos enfrentan de bruces con la cobardía de no asumir la verdad de nuestra propia vida, pero también nos muestran la libertad y la limpieza que se concede a quien la agarra de frente y sin titubear. El libro es una joya de sinceridad y de hondura y el testigo excepcional de cómo se puede uno llenar de esperanza, sonrisas y luz leyendo una historia que aborda un tema tan grave y doloroso.
Con Peggy Blue hemos leído mucho rato el Diccionario Médico. Es su libro favorito. Le apasionan las enfermedades y se pregunta cuáles podrá tener más adelante. Yo he buscado las palabras que me interesan: «Vida», «muerte», «fe», «Dios». ¿A que no me crees si te digo que no venían en ese diccionario? Aunque, pensándolo bien, eso demuestra que ni la vida, ni la muerte, ni la fe ni tú (Dios) sois unas enfermedades, lo cual más bien es una buena noticia. Por otro lado, en un libro tan importante tendrían que venir las respuestas a las preguntas más importantes, ¿no crees?
