El periodista Mitch Albom se encontró con uno, su antiguo profesor de psicología social Morrie Schwartz. Las lecciones se impartían los martes. La asignatura, una sola, el sentido de la vida. El programa, la experiencia personal. Los requisitos para asistir, la autenticidad, el humor y la sed del corazón. No se daban notas, pero había exámenes orales cada semana. No había tampoco examen final, sino que el único alumno tenía que elaborar un largo trabajo final. El libro que presentamos es ese trabajo. Tiene la fuerza increíble de lo testimonial. Es el fruto de los encuentros que ambos mantuvieron en las últimas semanas de vida del profesor, que murió de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), de la que se diagnostican cada año 900 casos en España y se estima que 4000 personas la padecen. Sencillo e intenso, nos lleva de la mano a las verdades profundas de la vida, de las que el delicado profesor habla con la hondura y la rotunda verdad del que transmite su testamento vital y espiritual. Sus palabras se convierten así en una formidable lección sobre la vida, la amistad y el amor.
¿Has tenido realmente alguna vez un maestro? ¿Un maestro que te viera como algo en bruto pero precioso, como una joya que, con sabiduría, podía pulirse para darle un brillo imponente? Si tienes la suerte suficiente para encontrar el camino que conduce a maestros así, siempre encontrarás el camino para volver a ellos. A veces, sólo está en tu cabeza. A veces está junto a sus lechos.