Este no es un «libro para gente mayor». Ni un libro sobre la ancianidad. Este es un libro para cualquiera. De hecho, muchos jóvenes deberían leerlo. Escuchar estas voces que comparten sabiduría, haciendo honor al título. Hombres y mujeres de distintos lugares del mundo van contando episodios de su vida. Muchos, anónimos, algunos –como Martin Scorsese– más conocidos. A lo largo de estas páginas lo mismo escuchamos a quien fue un deportista de élite que a quien fue preso en Auschwitz, a la vendedora de cestas o al agricultor. Los testimonios están agrupados en torno a cinco grandes cuestiones: el trabajo, la lucha, el amor, la muerte y la esperanza. El papa Francisco va intercalando respuestas a algunos de los temas que se plantean. El resultado final es fascinante. Y además la edición es espectacular, con especial mención a las fotografías, donde los rostros hablan a veces tanto como las palabras.
En un mundo como este, donde vamos a prisa a todas partes, donde no tenemos tiempo para escucharnos, y las historias se miden por el número de caracteres, este proyecto es un recordatorio de que nuestros maestros son, muchas veces, nuestros mayores. O deberían serlo.
«Desde hace algún tiempo acaricio una idea en mi corazón. Siento que el Señor desea que os diga esto: que entre jóvenes y ancianos debe existir una alianza. Ha llegado la hora en que los abuelos deben soñar para que los jóvenes puedan tener visiones. Percibí con claridad esta idea al considerar las palabras del profeta Joel, que dice en nombre de Dios: «Después derramaré mi espíritu sobre todos: vuestros hijos e hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones» (Joel 3, 1).
¿Qué significa esto? Solo si nuestros abuelos tienen el valor de soñar, y nuestros jóvenes imaginan grandes cosas, nuestra sociedad saldrá adelante. Si deseamos tener una visión de nuestro futuro, dejemos que nuestros abuelos nos hablen, permitámosles compartir sus sueños con nosotros. ¡Hoy día necesitamos abuelos que sueñen! Ellos serán capaces de inspirar a los jóvenes para que actúen creativamente a la hora de imaginarse un futuro» (Papa Francisco, p. 11)