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 La sorpresa de la elección del Papa Francisco vino acompañada de otra, no menor, cuando en su primer Ángelus alabó un libro de un cardenal: «No creáis que hago publicidad de los libros de mis cardenales... Pero me ha hecho tanto bien ese libro. El cardenal Kasper dice que sentir misericordia cambia todo. Un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace menos frío y más justo»

Es la primera vez que un Papa recomienda un libro. El mismo cardenal señaló: «Le regalé mi libro antes del cónclave. Cuando se lo di, en su edición en español, me comentó que la misericordia es el nombre de nuestro Dios. El título y el tema le impresionó mucho, eso me comentó». ¿Dónde reside la fuerza y la novedad de este libro? Para su autor, la única manera de reflexionar y por lo tanto de comunicar  Dios es desde la misericordia. Lamenta el olvido que la teología ha hecho del tema y califica este olvido de decepcionante, incluso de catastrófico: «Desde el punto de vista pastoral, esto era una catástrofe. Pues a la mayoría de las personas un Dios concebido de modo tan abstracto se les antoja muy alejado de su situación personal; les parece que poco o nada tiene que ver con la situación de un mundo en el que casi a diario se suceden noticias aterradoras y a numerosas personas les embarga el miedo al futuro. Este distanciamiento entre la experiencia de la realidad y el anuncio de la fe tiene consecuencias catastróficas. Pues el mensaje de un Dios impasible es una de las razones de que a muchas personas Dios les resulte extraño y, en último término, indiferente».

 «Pero es legítimo invitar a reflexionar de nuevo sobre Dios. En ese esfuerzo de reflexión, no se trata tanto de la pregunta: «¿Existe Dios?», por muy importante que sea tal interrogante. Sino más bien del Dios misericordioso, del Dios «rico en misericordia», que nos consuela a fin de que nosotros, por nuestra parte, consolemos a otros. Pues a la vista del círculo vicioso del mal solo puede haber esperanza en un nuevo comienzo si es posible confiar en un Dios tan clemente y misericordioso como omnipotente, el único capaz de obrar un nuevo comienzo y de conferirnos valentía para esperar contra toda esperanza y fuerza para intentarlo otra vez. Se trata, pues, del Dios vivo que llama a los muertos a la vida y al final enjuga todas las lágrimas y todo lo renueva».

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Editorial

Sal Terrae

Año de publicación

2012

Páginas

248

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