Globalia es un posible futuro en el que las tendencias imperantes de nuestra sociedad se han acentuado. El mundo se divide en Globalia y las No-Zonas. En Globalia todo es cómodo, confortable, medido y bastante controlado. El clima se elige, el físico se esculpe y se ha vencido a la edad. No hay libros. No hay memoria histórica. Se consume. Una oligarquía empresarial y financiera decide. El miedo al terrorismo vuelve la ‘seguridad’ un imperativo que justifica todo. Con un tono satírico, se plantea en esta novela (bastante sombría pese al tono jocoso y la facilidad para leerla) una crítica muy ácida de algunas tendencias que definen nuestra sociedad. Adocenamiento, ensimismamiento, pérdida de horizontes… mistificación de un discurso basado en «libertad, seguridad y prosperidad». En la línea de antiutopías como 1984 o Un mundo feliz; aunque quizás con el matiz de que la sociedad descrita no se aleja tanto del presente, sino que muchos de los procesos que se describen no son mera anticipación o imaginación, sino que ya se pueden percibir en nuestro mundo. Un futuro que asusta, en parte porque ya es demasiado presente.
«Lo más sorprendente para Baikal era ver una ciudad a cielo abierto. Las zonas seguras de Globalia lo habían acostumbrado a no concebir la vida más que bajo inmensos globos protectores, invisibles por la fuerza de la costumbre, pero cuya ausencia resultaba de pronto turbadora. Sin un control climático, aquella aglomeración vivía sometida a los caprichos de las tormentas y los vientos».