Este libro recoge una serie de charlas que el autor ha impartido en distintos centros educativos con la finalidad de ayudar a vivir la tarea educadora como una dimensión central de la vida espiritual. Pero su contenido es aplicable no solo a los educadores, sino a todos los cristianos que desean que su trabajo y su fe sean dos dimensiones de su vida no paralelas sino interrelacionadas. Con un lenguaje claro y sugerente, Darío Mollá nos da pistas para vivir más desde el ser que desde el hacer, para crear dinámicas vitales que favorezcan la experiencia personal de Dios o para vivir nuestra relación con Dios al hilo del curso académico.
“La espiritualidad ignaciana pretende ayudar a que nuestro trabajo sea él mismo, en sí mismo, un auténtica experiencia “espiritual”. Es decir: que más allá de los inevitables componentes de esfuerzo, o de rutina, o de agobio en determinados momentos, sea un lugar de encuentro con Dios: o sea, una experiencia interiormente gozosa, constructora de nuestra persona, que nos abra a los demás y que nos haga capaces de ayudarles…Y que ello se dé, incluso, con independencia del gusto o disgusto que nos producen las exigencias de un determinado momento” (pág. 69).