La Biblia se puede leer y contemplar desde diferentes hilos conductores. El amor, la libertad, la alegría… Este libro es una invitación a mirar encuentros. Todos ellos son encuentros que van sucediendo y que acaban en un fundido abrazo. Dice san Ignacio en el libro de los Ejercicios Espirituales que la forma en la que el Creador de todas las cosas se comunica con su criatura es con un auténtico abrazo [EE 15]. Los abrazos ayudan a sentir cercanía del otro, a dejarse abandonar y confiar plenamente. Nos sentimos seguros en el abrazo de Dios y en el abrazo, bien dado, de muchos compañeros de camino. Lo podemos vivir como necesidad, que aplaca el cansancio y el consuelo. O como expresión de un amor que desciende de arriba, y que nos llena de alegría y agradecimiento.
En este libro se nos van mostrando diferentes tipos de abrazos. Son textos pequeños que nos recuerdan a episodios conocidos de la Biblia: Abraham a Isaac, Rut a su suegra Noemí, el del Padre todo misericordia a su hijo mayor, el mismo Jesús al leproso o las mujeres al resucitado. Son preciosas las ilustraciones, evocadoras y sencillas, que bien pueden cambiar nuestra sensibilidad para dejarnos afectar por los brazos de Dios.
«Hay abrazos para todo.
Abrazos para el tiempo y otros para el destiempo.
Abrazos para sembrar y otros para cosechar.
Están los abrazos que recorren largas distancias y los que llegan muy pronto.
Los abrazos que sueñan y los que despiertan
Los que aman y los que sufren, aunque a veces son el mismo.
Hay abrazos que piden y otros que gritan.
Abrazos que necesitan morir para nacer, y nacen la misma noche en que amaron
Hay abrazos que despiden y otros que no saben decir adiós.
Abrazos de duelo, porque duelen, y abrazo que callan al encallar.
Hay abrazos que andan, desandan y vuelven a andar
Abraso de principio y de final, de duda y de venganza.
Abrazos que esperan, anhelan y cantan.
Abrazos.
Simplemente abrazos.
Encuentros que suceden una y otra vez porque nadie les enseño a morir»