El Dios de las sorpresas es ya un clásico entre los libros de espiritualidad. Un libro con casi treinta años de andadura en diversos idiomas, que ofrece sabiduría cotidiana. Dios está en todas las cosas, pero no todo es Dios, y por eso mismo es importante aprender a buscarlo, dejándonos abrir. El libro es experiencia compartida. Experiencia que ayuda al lector, sobre todo, a volverse hacia dentro, para trabajar la vida espiritual. Planteado como un viaje hacia el interior de uno mismo, en el que el caminante tendrá que sortear peligros y engaños, aprender a tomar decisiones y descubrir modos de ir avanzando, cada vez más hacia lo hondo. Y allí, en lo hondo, encontrarse con Cristo, y en su vida, muerte y resurrección encontrar una referencia básica para la vida. Los ejercicios prácticos que se incorporan al final de cada capítulo permiten que el libro sea, no únicamente reflexión de otro compartida, sino una guía para ese viaje interior que se propone.
«Dios es un Dios perturbador. La tentación que nosotros experimentamos en toda religión y en toda espiritualidad consiste en domesticar a Dios, crear un Dios que nos favorece a nosotros, a nuestro grupo, a nuestro país, a nuestra Iglesia… y que derrota a nuestros enemigos. Pero Dios es un Dios que siente compasión por toda la creación y cuyo espíritu vivo está en todo; un Dios que destruye en nosotros todos nuestros cómodos prejuicios y todas nuestras falsas seguridades, religiosas y seculares. Esto a nosotros nos resulta muy doloroso, pero es el dolor del renacimiento» (del prefacio a la segunda edición