El discernimiento, palabra muy utilizada en todo el mundo de la espiritualidad ignaciana, es precisamente eso. Intentar tomar decisiones ponderadas, buscando en ellas acertar con lo que Dios quiere. Ignacio de Loyola aprendió, en su propio itinerario, a discernir. Fue un hombre que tuvo afrontar diversas encrucijadas, sin ver claro a dónde se encaminaban sus pasos. Cuando parecía tener las cosas encarriladas, un nuevo giro de las circunstancias le arrojaba otra vez a la incertidumbre y la intemperie. Jacques Fédry toma la vida de Ignacio como referencia para ofrecernos, en estas páginas, una escuela de discernimiento. Al intentar comprender las dudas, las búsquedas y las decisiones de Ignacio, nos da pistas para aprender a afrontar nosotros nuestras propias preguntas. Su propuesta de doce pasos para decidir no ha de leerse como un manual mecánico (del tipo de los manuales de autoestima, siete pasos para la felicidad o propuestas similares). Es, más bien, un recorrido por dimensiones de la decisión, que van desde el deseo a los prejuicios, desde las noches oscuras en que nada se ve claro a los momentos de confianza en que uno se siente en paz. Y esto en el marco de una vida de oración. Este librito, escrito con lenguaje ágil y cercano puede ser un buen manual para quien quiera adentrarse en los vericuetos del discernimiento.
«A veces, bajo el impacto de un fracaso o una decepción, nos sentimos tentados a tomar una decisión que compromete el futuro. En realidad, no estamos en condiciones de tomar una decisión válida y sensata. En tales circunstancias, ir a dormir es algo más que una actitud sensata: es también reflejo de confianza en Dios a pesar de todo» (95)