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 ¿Tiene futuro el cristianismo en nuestra sociedad? Lo que el trabajo diario nos devuelve a muchos cristianos, y numerosos estudios sociológicos del tema nos confirman, es que no. ¿Cabe ampliar la mirada para un diagnóstico más certero? 

Creo que ahí está la aportación de este libro. De forma breve, amena y concisa su autor nos pasea por la vasta memoria del cristianismo, parando en los puntos cruciales de esa larga marcha, para confirmarnos dos cosas: 1ª. Que nuestra religión está preñada de futuro, más allá de nuestros errores o aciertos a la hora de testimoniarla, por el Dios que la anima y acompaña. 2ª. Que nuestra misión como iglesia y como cristianos consiste en seguir rastreando, aprendiendo de nuestra historia y de ese Dios que camina por delante, lo específico de la aportación que, desde lo que somos, debemos hacer a nuestro mundo. 

 “…La finalidad de la fe no es convertir el mundo en un lugar soñado de justicia y no-violencia, aunque pueda contribuir a ello. Su finalidad es introducir a los hombres mediante el don del Espíritu Santo, en el intercambio vital de Dios. Si la fe produce efectos benéficos para este mundo, los obtiene como <>. De ahí que corresponda al creyente manifestar, a la vez, el desinterés político (los que viven la fe no pretenden por ello administrar el mundo) y la eficacia social (el modo de vida que suscita la fe no deja de tener consecuencias sobre la marcha del mundo)”.

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Editorial

Sal Terrae

Año de publicación

2003

Páginas

135

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