Cuando un filólogo y una matemática se encuentran, la comunicación, que es siempre curva, da lugar a una elipse. Esta elipse es la poesía y también sucede en el compartir de la comunidad cristiana.
Frente al Cristo Crucificado, con el Cristo Resucitado especialmente presente, orábamos en comunidad sobre la libertad. ¿Qué es ser libre? Mejor, ¿qué es ser libre siendo cristiano? ¿Quiero ser libre? ¿Me atrevo a ser libre? ¿Soy consciente de lo que esto implica? ¿Tengo miedo de la libertad?
Yo, que no puedo evitar ser monotema y mi monotema es la vocación, veía la relación clara; más clara aún la vi al compartir en pequeño círculo la oración que veníamos de hacer. No la vi desde la mía, sino desde la de mis compañeras de comunidad. Llegado el momento de los ecos, en mí se agolpaban muchas de las cosas que había oído, pero producían ellas un ruido armónico: la libertad es vertical.
La libertad no es horizontal. La libertad no es tener mucho donde escoger. Ahora, por ejemplo, me encuentro en la biblioteca. Ante mí, al sentarme, se me abrió un abanico inmenso de posibilidades: redactar el TFG, hacer un comentario de un texto medieval, estudiar inglés… Durante veinte minutos fui de flor en flor y dejé que el tiempo me perdiese. Pero por obra y gracia del Espíritu Santo –si fuese por mis fuerzas seguro que no llegábamos– me decidí a escribir este artículo. De golpe y porrón y cachiporra perdí todas esas posibilidades, toda mi libertad de maniobra. Perdí toda mi libertad horizontal, pues me había comprometido con un trabajo. «Esclavo», he oído decirle al que se compromete. Nada más lejos de la realidad: soy más libre que nunca, porque la libertad es vertical. La libertad es una cuestión de profundidad, de tomar una decisión y vivirla, ser consecuente, abrazarla. Es ética, es vivir efectivamente y no tener la posibilidad de. Yo, sin duda, soy más libre ahora trabajando en este artículo que antes ante la indefinición del vacío.
Un apunte matemático al eco: la libertad es vertical y bidireccional. Profundizar en nuestra vida es también acercarnos más al cielo, es por Su mano que tenemos fuerzas y es a Él a quien buscamos. Ir hacia la profundidad es ascender y tomar una decisión es ser libre: la paradoja también la comparten poesía y matemáticas.