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    Acompañar y proteger

    Mayo es un mes en el que las mujeres tienen un cierto protagonismo. Se celebran algunos 'días internacionales' de las mujeres, y también el Día de la Madre, en el que se mezcla tradición religiosa, intereses comerciales, y sobre todo cariño de corazón.

    El papa Francisco recordó que «en muchos países del mundo, mayo es el mes de María. La Madre de Dios nos acompaña y protege». Acompañar y proteger, aunque puedan entenderse simplemente como dos acciones, marcan unas coordenadas que engloban un espacio muy amplio. Este espacio abarca desde sujetar como madre que ejerce cuidando y educando (Lc 2, 51) hasta sentir la más absoluta impotencia ante la ejecución injusta de su hijo (Jn 19, 25). Entre estos extremos cabe ayudar a quien lo necesita (Lc 1, 39), guardar por completo todo en el corazón (Lc 2, 51), y no aspirar al poder, sino remitir a quien tiene más amor (Jn 2, 5).

    Contemplar la vida de la Madre de Jesús nos muestra otras claves completamente distintas a las que estamos acostumbrados. Al vivirlas siendo mujer en un contexto que bajo nuestro punto de vista consideraríamos tan adverso, nos revela la importancia de superar las dificultades cuando el objetivo es entregarse.

    Esta entrega tiene mucho de abnegación y renuncia, por eso es capaz de hacerla quien establece su referencia fuera del propio querer e interés, y lo prioriza respecto a las propias comodidades o anhelos. Esto no tiene por qué resultar inmediato para nadie, sin embargo, es sorprendente que haya quien se empeñe en ver una forma de opresión ante la entrega de quien se da sin límite. Estamos hablando de amor y gratuidad, y no hay mayor expresión de libertad que esa. A pesar de ello, moverse en ese espacio puede resultar paradójico, y en ocasiones incómodo. Tanto como admitir que la impotencia no es estéril, que se puede sacar de donde no hay, que la suma de porcentajes no siempre es 100 y que a los días no solo se les puede aprovechar 24 horas.

    Sin duda, es posible llegar a moverse en esas coordenadas desde la condición de madre, cuyo ejemplo celebran tantas familias en mayo. Pero desde luego, es una propuesta universal de la que ninguna persona debe sentirse excluida.

    Luis Delgado, sj
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