Te lo cuentan. Y te fías. Porque ponen en sus palabras energía, fuerza o convicción. O porque viven de tal manera que parece que eso que cuentan sea verdad, y entonces piensas, «tal vez es que es verdad». Y su testimonio preña las historias de esperanza, y devuelve el brillo a los ojos. Y sus relatos prometen encuentro, abrazo y amor. Y no hablan de teoría, sino de Vida; de tu vida, de mi vida. Y nos cuentan que todo va a estar bien, porque han visto, muy dentro y muy fuera, que la lógica de Dios vence. Que Dios está con nosotros. Que el evangelio era verdad.
Dicen que está vivo
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- Escrito por Super User
- Categoría: creer
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«Jesús le dijo: 'María'. Ella se volvió y exclamó: '¡Maestro!'. Jesús le dijo: 'Suéltame, que aún no he subido al Padre; anda y di a mis hermanos que me voy con mi Padre y vuestro Padre, con mi Dios y vuestro Dios'» (Jn 20, 16-17)
Abrazar y dejar marchar. Esa es la alegría extraña con el Resucitado. Adivinar su rostro oculto en tantos rostros y vidas. Y al tiempo saber aceptar los ratos en que haya un poco más de sombra o en que ese rostro amado parece ausente. Porque su distancia no es definitiva, sino otra forma de presencia. María se siente contenta, porque sabe que el Dios vivo está en su corazón. Y nosotros nos sentimos dichosos, al intuir que Jesús, aún vivo, sigue latiendo en nuestros sueños, en nuestros ideales, en nuestras caricias y nuestros esfuerzos. Y sigue enviándonos a anunciar que su evangelio vence.
¿Dónde intuyo yo que Jesús está vivo?
Está bien lo que está
Está bien lo que está:
Sé que todo está bien.
Sé el Nexo.
Y la Razón.
Y hasta el Designio.
Yo lo sé todo,
lo aprendí en un libro sin páginas,
sin letras y sin nombre ...
Y no soy como el loco
que se quema los dedos trémulos
por separar la llama rosa de la mecha negra ...
Pasó volando y me rozó la frente...
Era buena la Vida:
Había rosas.
Unos minutos antes me había sonreído un niño...
Pasó volando y me rozó la frente.
No sé por dónde vino
ni por dónde se perdió luego pálida y ligera...
No recuerdo la fecha.
No sabría decir de qué color era ni de qué forma;
no sabría, de veras, decir nada.
Pasó volando... -había muchas rosas...-
y era buena la Vida todavía...
Dulce María Loynaz
«Y entró para quedarse con ellos. Se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces sus ojos se abrieron y lo reconocieron; pero él desapareció de su lado» (Lc 24, 29-31)
Entonces le reconoces en gestos que hablan de él. Y parece que una luz distinta ilumina todo. Le reconoces en las vidas compartidas, y en las caricias auténticas, en las palabras que se abren paso hasta llegar al corazón, y hablan de amor, de justicia, de esperanza. Le reconoces en la entrega gratuita. En la canción que te incendia por dentro. En el hombre golpeado que no se rinde. En la mujer que se sobrepone a la adversidad y sonríe con fe inquebrantable. Lo reconoces en las personas que viven bendiciendo (bien-diciendo)… bendiciendo a otros –que es hablar bien de otros…– Le reconoces en quien da (y se da).
¿Qué gestos, qué rostros, qué historias en mi vida me hablan de un Dios cuyo evangelio tiene la última palabra?
Resurrección
Esta noche sedienta yo me he preguntado
quién eres y quién eres.
Porqué es triste tu carne como un leño apagado
y porqué tienes llena la boca de alfileres.
Y despacio, esta noche yo te he separado
como un árbol de amor, de las demás mujeres,
y haciendo de mi sangre un agua he bautizado
con ella tus angustias y placeres.
Y le he dicho a la muerte que no puede matarme!
Y le he dicho a la vida que no puede vencerme!
Y le he dicho a la tierra que si logra enterrarme,
a donde ella me entierre tú irás a recogerme!
Y le he dicho a la nada que si logra apagarme,
tú, con tus grandes besos, volverás a encenderme!
Jorge Debravo

