«Cuéntame, oh Musa, la historia del hombre de los muchos senderos, que anduvo errante mucho tiempo después de asolar la Troya sagrada». Así comienza una de las obras inmortales de la literatura universal, la Odisea, donde se narran las peripecias que hubo de sortear Ulises después de la guerra de Troya para regresar a su hogar, Ítaca.
De esta obra siempre me impresionaron los numerosos epítetos con que el poeta acompaña los nombres de los personajes que en ella aparecen; pero, si he de quedarme con alguno, sin duda me decantaría por el de Ulises, al que Homero describe como polytropon, es decir, «el de las muchas vueltas».
Los clásicos han sabido como nadie bucear en las profundidades del corazón del hombre para poner al descubierto sus más íntimos deseos. Y no solo los han descubierto, sino que los han auscultado y los han expuesto a los cuatro vientos, para que todo aquel que los lea reconozca en ellos sus anhelos, sus fracasos, su destino.
Ulises, el hombre de las muchas vueltas, nos enseña que la vida no es algo que necesariamente tenga que crecer derecha, sino que muchas veces discurre torcida y al retortero. De nada sirve que nos proyectemos en un hipotético futuro si antes no aceptamos que las cosas no saldrán necesariamente como nosotros esperamos.
La historia de Ulises es el relato mitológico del hombre que ha aceptado luchar por sus deseos más profundos, exponiéndose a las tribulaciones de la vida con todas sus consecuencias. No ceja en su empeño, ni tampoco se amilana ante las pruebas que ha de ir superando. Siente que aquello que desea le pertenece, y está dispuesto a arrancárselo al destino de sus mismas garras.
Algo similar sucede con aquel que se lanza como un peregrino en medio de su propia vida, buscando el rostro de Dios que, siente, pueda colmar su deseo más íntimo. Esta opción no le librará de penalidades; tampoco quedará exento de dar muchas vueltas, porque el Espíritu habitualmente no traza el camino que nosotros hubiéramos preferido. Seguramente, su vida se agitará tremendamente; en múltiples ocasiones, le pondrá contra las cuerdas; e incluso, alguna vez que otra, estará a punto de tirarle a la lona. Pero, qué duda cabe, le ayudará a escribir un relato quizá más épico que el de Ulises, el hombre de las muchas vueltas.