¿Quién no ha perdonado nunca? ¿Quién no se ha sentido alguna vez especialmente querido sin saber muy cómo ni por qué? ¿Quién no ha tenido nunca el deseo de hacer el bien sin esperar nada a cambio? ¿Quién no ha tenido nunca misericordia al ver sufrir a alguien por cualquier motivo? ¿Quién no se ha conmovido nunca al escuchar una canción o ver una película?
Y es que Dios sigue actuando en cada uno de nosotros. No puso las pilas al mundo y se olvidó. No. Sigue estando, actúa aunque no lo veamos, guía la Historia y saca lo mejor de cada uno para llevar nuestra vida a la plenitud. Nos podemos relacionar con Él, en un tú a tú, porque Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nos da la vida porque mueve al mundo hacia el amor, nos llena de una sabiduría distinta y es capaz de habitar en cada una de las criaturas para dar vida continuamente. Dios está aquí, con nosotros a través del Espíritu Santo.
No es exagerado afirmar que todos lo buscamos constantemente, porque hay una parte de nosotros incompleta que necesita llenarse. Y no esperemos grandes signos, pues está en la suave brisa. Su sintonía es el silencio, por eso a veces nos cuesta tanto conectar con Él, porque vivimos ahogados en muchos ruidos y el miedo a los fantasmas hace que no queremos escucharle.
Ojalá en nuestra vida sepamos escuchar el silencio, y descubrir la presencia del Espíritu Santo que no sostiene, nos alienta y nos anima a caminar.