Vivir a la intemperie
En nuestro mundo se multiplican los mecanismos de defensa. La seguridad es un valor. Y digo yo, ¿a fuerza de vivir en espacios seguros, en lugares 'limpios', en burbujas cómodas, no estaremos olvidando el sabor del riesgo, de la lucha, de la tormenta, del viento que te zarandea, pero te hace sentir rabiosamente vivo? ¿Tanta quietud y serenidad no puede hacerme olvidar que el Reino se construye en las tormentas?
«En esto se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se inundaba» (Mc 4, 37)
Dame causas
Para que no me quede solo en las palabras. Para que tu rostro se confunda con rostros de hombres y mujeres que, hoy, me hablan de ti… Dame algo por lo que luchar, aunque parezcan cosas pequeñas, en las que el mundo se vaya haciendo más humano y mejor. Empújame un poco si me ves demasiado quieto. Inquiétame un poco si me ves dormido. Espabílame si no me pongo en camino. Ilumíname si me notas ciego, y agudízame el oído si me encuentras sordo. Con tantos como ya están luchando.
¿Por qué estoy luchando en mi vida en este tiempo?
¿Quiénes son mis compañeros de camino?
¿Me dejáis solo?
¿Me dejáis solo?
¿Con la verdad?
¿Por qué no me ayudáis
a examinar la piedra fascinante
que me ha atraído siempre a la frontera?
Los caminos trillados
son caminos de todos.
Nosotros, por lo menos,
debemos arriesgar estas veredas
donde brota la flor del Tiempo Nuevo,
donde las aves dicen la Palabra
con el vigor antiguo,
por donde otros arriesgados buscan
la humana libertad...
Si el corazón es limpio
no ha de atraparnos nunca
la noche intransitable.
El viento y las estrellas
nos dictarán los pasos.
¿Por qué me dejáis solo,
con o sin la verdad?
Pedro Casaldáliga
«El viento se calmó y sobrevino una gran calma. Y les dijo: “¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4, 40)
Dame valor
Porque una cosa es hablar y otra dar trigo. Una cosa es desear que las heridas se sanen y otra estar dispuesto a que, en el proceso, algo del dolor me toque a mí. Una cosa es anhelar que todos tengan paz, pan y techo, y otra estar dispuesto a salir a terreno descubierto, donde está quien carece de todo. Dame el coraje de tomar, hoy y siempre, la dirección que me acerque a tu Reino.
¿A qué tengo miedo en el seguimiento de Jesús, en el compromiso con el evangelio?
Dios ahoga pero no aprieta
Dios ahoga pero no aprieta.
No te adula pero te defiende.
El hombre te alza y de deja caer,
Dios te deja caer sin alzarte.
Siempre está sobre aviso;
luego te quita el dolor y te pone la cena
–otras veces te pone el dolor y te quita la vida–.
Está lleno de sabiduría y de paciencia,
sobre todo de paciencia con los perversos,
–perverso quiere decir mal intencionado–.
No es un señor con barba,
no es una paloma,
es todo lo que vemos, lo que oímos, lo que tocamos.
Aunque parezca mentira, ¡Dios existe!
Gloria Fuertes
«Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: 'Pues, ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?'» (Mc 4, 41)
Dame sabiduría
Que esa sea mi arma y mi herramienta, la sabiduría de quien sabe que Tú llenas un corazón si se deja. La sabiduría de quien ha experimentado que dar se conjuga mejor que exigir, que amar es el camino. La sabiduría de quien te percibe no como un icono, sino como un Dios vivo que, en mi oído, susurra palabras de evangelio. La sabiduría de quien siente que Tú llenas de pasión una vida. La sabiduría de quien sabe que las tormentas se pueden vencer sólo si estás en medio de ellas.
¿Qué tal se ve el mundo a través de las gafas del evangelio, de las bienaventuranzas, del perdón, del Reino?
¿Me imagino lo que sería ver a las personas, los problemas, los retos, con la mirada esperanzada con que Dios nos ve?
A eso
A eso de caer
y volver a levantarte.
de fracasar y volver a comenzar.
de seguir un camino
y tener que torcerlo.
de encontrar el dolor
y tener que afrontarlo.
A eso no le llames adversidad.
Llámale sabiduría.
A eso de saberte impotente.
de fijarte una meta
y tener que seguir otra.
de huir de una prueba
y tener que encararla.
de planear un vuelo
y tener que recortarlo.
de aspirar y no poder,
de querer y no saber,
de avanzar y no llegar.
A eso no le llames castigo,
Llámale enseñanza.
A eso de pasar días juntos radiantes.
Días felices y días tristes.
Días de soledad y días de compañía.
A eso no le llames rutina.
Llámale experiencia.
A eso de que tus ojos miren
y tus oídos oigan.
y tu cerebro funcione
y tus manos trabajen.
y tu alma irradie,
y tu sensibilidad sienta.
y tu corazón ame.
A eso no le llames poder,
Llámale milagro.