Quédate aquí. Atraviesa la noche.
Deja que brote el llanto, y que las lágrimas
hagan su camino surcando tu rostro.
Nombra que te duele, que te sientes inseguro, y solo.
Balbucea el deseo de que se aparte este trago;
pero entrégate, frágil, a lo que venga, a la realidad, a lo que acontece.
Quédate. Aunque sientas que no hay terreno firme bajo tus pies.
Mantente, atraviesa.
Aunque parezca que no hay final; camina.
Déjate sostener por las miradas
de quienes también padecen y siguen;
por el que te ayuda con el peso que te hace caer;
por Quien te mantiene en la certeza
de que seguirá habiendo suelo al siguiente paso,
aunque no lo veas.
Permanece, no te bajes. Atraviesa.
Yo estoy contigo.
La Vida tiene la última palabra, y un día, tras la piedra,
experimentarás que eres y vives en la LUZ.
Mantente, vulnerabilidad desnuda, extiende tus palmas y CONFÍA…