Querido amigo: Me gusta imaginarme la confirmación usando dos metáforas que me dijeron hace tiempo. La primera de ellas habla de la confirmación como si fuera aquel momento en el que, después de muchos entrenamientos y prácticas, tu entrenador te da una palmada en la espalda y te dice «¡ahora es tu turno!». La segunda compara la confirmación con una estación de tren en la que hay muchas filas que se corresponden con cada uno de los trenes. Y tú, después de saber a dónde quieres ir, debes mirar las pantallas y colocarte en la cola correspondiente a tu tren.
Creo que estas dos metáforas pueden ayudarte ahora que vas a confirmarte. Puesto que, entre las miles de filas que existen para comprender y vivir este mundo tan complejo en el que vivimos, tú, al confirmarte eliges la de la Iglesia: la fila de los que quieren vivir como Jesús. Y lo haces con la madurez del que sabe que en ella hay muchas incoherencias, sí, pero también mucha honestidad, mucha vida y muchas ganas de vivir con un estilo diferente, como es el de las Bienaventuranzas.
Pues bien amigo, al confirmarte y asumir que llega tu turno de actuar como una persona adulta en la Iglesia, creo que deberías plantearte qué es lo que puedes ofrecerle tú a ella. Es decir, cómo quieres que sea tu vida como cristiano, como seguidor de Jesús. Puesto que, en gran parte, la Iglesia adoptará tu rostro, tus gestos y tus acciones para la gente que esté a tu alrededor.
Así que, ahora que vas a confirmarte, subiéndote en el tren de los seguidores de Jesús, comienza a pensar cómo quieres vivir tu vida. Y no esperes que sean otros los que hagan las cosas por ti, sino más bien toma la iniciativa para hacer que Jesús se haga más presente en el mundo a través de tu testimonio.