La actitud ante la vida, ante los problemas, ante la tormenta… marca una gran diferencia. Lo más frecuente es quedarse protestando cuando las cosas no salen como uno querría. Sentarse a criticar. Exigir que otros hagan. Analizar desde la teoría. Protestar sin mover un dedo. Todo cambia cuando uno decide ponerse manos a la obra. Entonces no hay árbol, por grande que sea, que no pueda moverse.



