En estos días voy confirmando algo que ya intuía, 1+1 no tiene por qué ser necesariamente igual a 2 y que 27 al poder ser 2+25  no tiene por qué ser igual a 27, o puede que no sea un problema matemático, puede que simplemente tengamos que eliminar la expresión igual a.

Recuerdo haber estudiado el Tratado de Maastricht como si algo realmente grande se nos estuviera regalando, como si ser europeo nos fuera a dar alas en pro de un continente, a veces viejo y cansado, pero heredero de mentes y almas prodigiosas, cultura y luchas fratricidas que llevaron a pronunciar los derechos humanos y la libertad como el mayor bien supremo.

En estos días Merkel y Hollande se vuelven a reunir para hablar de Europa. Todos los presidentes visitan a Merkel y a Hollande para hablar de Europa, ¿pero no son 27 los que tienen que hablar de Europa? Momento difícil no para Europa, sino para las personas que somos Europa. Europa no pertenece a una clase política o económica, nos pertenece a ti y a mí, y por ende a un Mundo que se ve tocado por ella.

En 1993 entró en vigor el Tratado de Maastricht, uno de sus pilares principales era la ciudadanía europea que nacía para facilitar la convivencia, esa en la que nos jugamos todo, donde se posibilita que 1+1 llegue a ser igual a 2.

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