Si hace poco tiempo que has empezado a tomar decisiones sobre el rumbo de tu vida, seguro que te has encontrado más de una vez con que todo tu ambiente te empuja en la misma dirección: el éxito. Ganar el máximo dinero posible, en el menor tiempo posible y con el mayor reconocimiento posible. ¡Ponte en valor!¡Demuestra lo que vales! Nos repiten machaconamente. Son los mantras de nuestro tiempo.

El éxito no es cuantificable. Eso lo sabemos todos. Pero aun así, estamos constantemente midiéndolo. O intentándolo. Lo intentamos medir con notas, salarios, listas de objetivos alcanzados… Pero pocas veces nos preguntamos si es el éxito que queríamos, el que realmente soñábamos o si más bien es el que estaban soñando por nosotros.

Decía Mafalda que, si no llevas la vida adelante, la vida te lleva por delante. La pregunta acerca de qué quiero realmente hacer con mi vida, de verdad, se formula casi siempre en clave de sueño imposible, supeditado a la estabilidad económica o el reconocimiento social o familiar. «Si yo pudiera…», «si me dejaran…» Muchas vocaciones terminan ahí. Gente que quiere estudiar una carrera sin salidas, que prefiere dedicarse a un trabajo manual, que quiere tomar en vida una opción de radicalidad… Y que no lo hace porque el valor está en otra parte.

Toca romper con eso. Y toca no perder más tiempo. Lo que te hace valer es aquello que eres, lo que te levanta por las mañanas y te ocupa la cabeza. Lo que te enamora, que diría Arrupe. No vales por lo que consigues, vales por lo que ya eres. Por lo que quieres ser. Aunque el mundo conspire en tu contra, aunque en tu cabeza resuenen insistentes las voces que te desaniman, que te llevan al camino preestablecido para todos, tienes la capacidad de decir que no. Que eso no es para ti. Que prefieres escuchar lo que te habita, la plenitud que te dice que tu valor está en sentirte realizado, en el lugar en el que crees que tienes que estar y no en el que te han dicho que estés.

Tú vales mucho más de lo que te puedan decir, más que los caminos por los que te quieran llevar. Vales porque sabes quién eres y luchas cada día para vivir conforme a eso.