Me llamo Juan Carlos, tengo 30 años soy hijo, padre, marido e ingeniero informático. Podríamos decir que trabajo en comunicación digital.

Juan (yo a mí mismo me llamo así), tienes 20 años y sé que estás un poco perdido. Sé que tienes una presión que te estás auto imponiendo para ser una persona de provecho. Pero... ¿qué es eso? A ti, en medio de esas encrucijadas, sabiendo todo lo que vas a vivir, te diría: «vive el momento». No quiero decir que estés de fiesta continuamente, aunque sé que te apetecería, pero se te pasará. Vivir el momento es mucho más.

Quiero decir que cuando te toque estudiar hazlo con pasión porque te darás cuenta de que ese tiempo es un privilegio y hasta te va a llegar a gustar. Cuando tengas que disfrutar, vívelo con intensidad, esos recuerdos te harán falta y habrá veces que añores una cerveza compartida. Cuando toquen momentos duros no intentes taparlos, esos momentos son de los que más he aprendido, ocultártelos (incluso a ti mismo) no te hace bien. Vive los momentos de aburrimiento y deja volar tu imaginación en ellos, no son una pérdida de tiempo, créeme. No dejes de hablar con Dios y dedícale tiempo en tu día a día, aunque a veces cueste. Te servirá de guía, de consuelo, de alegría y te hará sentir la paz más verdadera que hay... Vive los momentos de descanso porque sin él no podrás vivir con intensidad el resto de momentos, repito, no son una pérdida de tiempo.

Vivir el momento no es estar planificando qué vendrá después e intentar tenerlo todo controlado. En una parte esta bien, pero tienes que vivir también el ahora, sentir, dejarte llevar y dejar espacio a la sorpresa.

Ten cuidado de no correr demasiado. Mi ambición por llegar a las metas que me propongo año a año me ha hecho quemar etapas, quizás, demasiado rápido. No caigas en eso, porque si a los 25 vives como uno de 30, por más orgulloso que te sientas, echarás en falta haber vivido los 25 con todos los aprendizajes que no has tenido. Y los 20, 21, 22 o 25 no volverán. No quemes etapas. Ve despacio.

Todo tiene su tiempo. Todo llega pero también todo se pasa. Vívelo.