Autor
Benjamín González Buelta, sj
Texto_destacado
En cada mirada se asoma la intimidad de tu misterio

Cualquier segundo es una puerta

para entrar en tiempo.

Todo centímetro es una tierra

que lleva tu huella.

Cada color y cada aroma

me hacen sentir tu fantasía

jugando hacia el infinito.

 

En cada mirada se asoma

la intimidad de tu misterio.

Todo golpe de azada

cae sobre la tierra

con certeza de cosecha.

Cada canto verdadero

trae hasta mi corazón

el rumor de la fiesta

que ya empezó eterna

al final de mi camino.

 

Señor, no puedes perderte

en una clandestinidad absoluta:

yo me moriría en tu ausencia.

Ni puedes revelarte en toda tu grandeza:

yo quedaría absorbido

en el resplandor de tu gloria.

 

Tú eres el Señor de la justa cercanía,

del sacramento necesario

que nos permite irnos haciendo,

sin tanto frío y noche

que quede crudo nuestro barro,

ni tanto sol y mediodía

que tu fuego nos calcine.